Una investigación de la empresa española Jacobson supone el mayor avance en la medición predictiva y precisa de las emociones: un salto temporal de casi 100 años en términos de comportamiento. Nunca, hasta ahora, la inteligencia artificial había replicado el modelo neurotransmisor de las personas. Con ello, se ha dado un salto temporal de casi 100 años en términos de medición precisa del comportamiento.
Este es el resultado de una investigación realizada por la empresa española Jacobson que comenzó en 2011, coincidiendo con su actividad en el Biocampus Genoma España y que, a día de hoy, supone el mayor avance en la medición predictiva y precisa de las emociones. ¿Su secreto? Un algoritmo que secuencia más de 36.900 millones de datos por segundo, combinando premisas psicológicas con la actividad de diferentes neurotransmisores. ¿Su nombre? eDNA.
La investigación
En este desarrollo se han ejecutado pruebas en más de 600.000 individuos de diferentes países del mundo, basadas en numerosas investigaciones científicas que relacionan el comportamiento con la actividad de los neurotransmisores y sus bases moleculares. Entre ellas, investigaciones de Premios Nobel de Medicina como Eric Kandel, que ha desarrollado el concepto «la biología de la mente» y de científicos como el psiquiatra canadiense Eric Bernestein, el profesor de Psicología Molecular de la Universidad de UIm en Alemania, Christian Montag; o el profesor de Psicología de la Universidad de Bonn en Alemania, Martin Reuter, entre otros.
Desde sus inicios, este algoritmo ha demostrado un enorme espectro de aplicación asociándose a aplicaciones bases en IA. En 2018, fue premiado internacionalmente por el establecimiento de alertas tempranas en la enfermedad de Alzheimer, donde obtuvo una precisión del 97%. En 2019 fue reconocido mundialmente como uno de los «4 robots», dotados de inteligencia artificial, más eficaces en los procesos de selección de personal. Actualmente, esta tecnología se está utilizando para establecer una alarma temprana en la enfermedad de Parkinson.
La relación directa entre un neurotransmisor y un comportamiento no existe
Los investigadores Reuter y Montag habían mencionado que «todo lo que aprendemos y sentimos, así como la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno (medio ambiente), depende de los sistemas de neurotransmisores». Si tenemos en cuenta que esta condición era desconocida en la gran explosión psicológica del siglo XX, parece fácil comprender que las mediciones que se hacían en aquella época no apreciaban la actividad sináptica como precursora de la conducta. De esta forma, aún hoy, seguimos acumulando desviaciones en la determinación de la conducta empleando pruebas y aplicaciones basadas en premisas ya superadas.
Esta exclusiva IA sólo ha empezado a dar sus resultados. Gracias a su utilización, sabemos que la relación directa entre un neurotransmisor y un comportamiento no existe en absoluto. En realidad, es la repercusión de una combinación de neurotransmisores la que marca la conducta, estando matizada e influenciada por neurotransmisores no dominantes que hasta ahora pasaban totalmente desapercibidos. Así, pensar que la oxitocina es la molécula de la generosidad o que la dopamina es la molécula de la felicidad son más «dichos populares» que afirmaciones científicas.
Además de su constante desarrollo sanitario, la empresa propietaria de este algoritmo (Jacobson) se ha centrado en el sector empresarial y, más concretamente, en las áreas de organización, contratación, gestión del talento y recursos humanos.
Para concluir
Actualmente, se puede saber lo que una persona será capaz de hacer, o qué reto superar, sin basarnos en lo que haya hecho antes. Esta visión predictiva, que omite la observación, permite plantear retos alcanzables para todo tipo de individuos, eliminando así grandes índices de ansiedad y frustración. Esta tecnología acaba con el edadismo, los prejuicios, la discriminación, la dictadura del título académico y las suposiciones a la hora de describir a una persona en los procesos de selección o en las múltiples acciones a desarrollar en las empresas.
Con la tecnología eDNA, dejamos atrás la imprecisión y la subjetividad a la hora de medir el comportamiento emocional. Tendremos que acostumbrarnos a que «las personas miden a las personas», no es la mejor opción.
Información extraída de: @mundiario